¡Época de Navidad! Momentos de felicidad, amor y reflexión. Vemos las calles adornadas, dulces típicos y los famosos regalos; pero falta algo esencial que le da vida al espíritu navideño... la música, los villancicos.

¿Cuál es el origen de estos cánticos tan emotivos? Estamos acostumbrados a cantarlos y escucharlos siempre, sobretodo en los supermercados a la menor provocación.

De acuerdo a la reseña de “Los villancicos y su origen” de la nueva Revista de Filosofía Hispánica del Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios los villancicos surgen en el Renacimiento. En realidad la palabra “villancico”, con la cual se denominan estas canciones, se usaba para designar a los villanos; es decir, a las personas que habitaban en las villas.

Alude a melodías muy sencillas para, de esta forma, diferenciarse de la clase noble. Se trataba de alegres composiciones que se cantaban en el mundo rural y cuyo fin era ir explicando los acontecimientos que habían sucedido en las villas (amores y desamores, fallecimientos y/o todo aquello que era de interés del pueblo).

No obstante, las canciones de Navidad también cuentan con orígenes en la Iglesia católica. Se afirma que la composición más antigua se remonta al siglo IV y se titulaba: Jesus refulsit omnium. Fue más adelante cuando se empezó a relacionar con la Iglesia, cantando en el Corpus Christi o Asunción. De esta manera surgieron los villancicos tal y como los conocemos hoy, cantados por niños en el coro de la iglesia y en torno a la Navidad.

Son tradicionales en España y Latinoamérica, formando parte de nuestra cultura universal. Nos sirven como elemento indispensable para compartir, cantar y festejar la Navidad en familia y con nuestros seres queridos.